Estaba paseando al perro por la noche y me ha dado por fijarme en las baldosas que suelen poner en las aceras, esas con muchos cuadraditos… entiendo que son así porque primero, serán las más baratas y segundo porque tiene una explicación a la que le he dado vueltas. Me he dado cuenta que la vida es muy diferente dependiendo de los ojos y la actitud que usemos para ver. En el caso de uno de mis vecinos, que es invidente, bueno, creo que algo puede ver, pero ciertamente está muy limitado y usa un bastón para ir “leyendo” la superficie, huecos, escalones… por las que se mueve. De su capacidad de leer el terrenos y analizar en su cerebro la información que le llega desde la punta de su bastón depende su seguridad, su capacidad de desplazarse de forma autónoma y de sentirse bien a pesar de sus limitaciones.
Haced la prueba. Me he puesto a intentar “leer” el pavimento por donde paseamos (si eres de los que vas en coche a todas partes, te estás perdiendo una forma de locomoción básica y que debes retomar… Ido me decía que era el mejor modo de entender las largas conversaciones, moviéndonos a la vez. Andando. hay algo más simple? hay algo más acompasado, y que indique estar en sintonía, que el compartir una frecuencia de paso?… en fin, como os comento, el hecho de hacer la prueba de ponerme en la piel de un invidente me ha hecho darme cuenta de que el urbanismo tiene ( o debería) tener en cuenta a estas personas y por ello los pasos de peatones tienen baldosas con una superficie diferente y los bordillos tienen un perfil similar unos de otros. Ejemplos mas claros podéis verlos en las baldosas de los andenes de metro.
Me he dado cuenta que hay personas que no entienden esta forma de percepción, que no son capaces de percibir estos detalles que nos rodean. Han perdido la capacidad de sentir, en gran medida, por la forma de moverse (o no moverse) y la forma en la que no usan o anulan sus sentidos.
Como sabes, una de las entradas de información prioritarias es el órgano de la vista, pero no debería ser así, es más, propioceptivamente hablando deberíamos confiar en este sentido no más del 10% de nuestra información acerca de lo que nos rodea. Disponemos de un sistema complejo y perfeccionadísimo que nos informa en tiempo real de rugosidad, temperatura, inclinación, agarre, forma, dureza… pero que nos empeñamos en anular con una barrera de “protección ” que nos anula esta maravillosa fuente de sensaciones.
El hecho de que llevo décadas usando diariamente calzado mínimamente intensivo o descalzo simplemente, me ha hecho no solo no perder la capacidad de entender la superficie sobre la que me apoyo y me muevo, sino que cada vez soy mas consciente de los matices, las variaciones sutiles y la gama de detalles que cada día descubro. Esa explosión de información juega un papel muy importante en mi modo de enseñar cómo moverse y por desgracia, implica un compromiso, una atención a los detalles y una disciplina que sólo he encontrado en mis estudiantes con un histórico de las artes marciales o el baile.
Por supuesto que es incómodo a veces…
¿Doloroso? depende. Define dolor. cada uno tiene una forma de medir y de enfrentarse a la gestión del dolor.
Mi cuerpo se adaptado de forma totalmente natural a leer y adaptarse a todas las pequeñas imperfecciones, que salpican los caminos, las veredas, los ríos y hasta los suelos de los gimnasios. Deberías ser conscientes de que en los gimnasios donde imparto clases y he dado seminarios o cursos oficiales, aquellos a los que examino para ser instructores internacionales, rara vez “hablan” con sus manos, o “escuchan” la información que sus pies les dan acerca de la rugosidad, la capacidad de deslizarse, las uniones entre las baldosas del suelo, o de la ligera pendiente casi inadvertida por todos ellos.
Y deberían. Menos bosu y más andar atentos.
Igual que mi vecino invidente está obligado a leer a través de un bastón el mundo sobre el que se mueve, nosotros lo hacemos a través de los pies. Y cuando somos capaces de automatizar/integrar de forma inconsciente esa adaptación consciente, somos capaces de procesar la información para poder tomar decisiones mucho mas acertadas o desafiantes. Cambia el juego cuando tienes información suficiente de forma continua, para saltar o no, para aterrizar desde ese alto aquí o allí… correr, derrapar, frenar, escalar… y solo estamos empezando.
Y de forma autónoma mi cuerpo se adapta. A las piedras, al agua, a la nieve, al tatami, a la alfombrilla del coche, al bordillo del parque donde vigilo a mi perro… A mis clientes y estudiantes por ejemplo les digo que una cosa es andar y otra cosa muy distinta es andar. después de dejar unos segundos para que dejen de pensar que me he equivocado, les explico que andar de forma consciente, sintiendo la presión en cada uno de los dedos, la postura, la tensión en los gemelos, la implicación de la musculatura abdominal, glúteos, tendón de Aquiles, cómo se activa la musculatura lumbar… y como todo esto hace que un movimiento que por desgracia se está degradando en una manera de desplazarse como un zombie, es en realidad algo mucho más desafiante e importante de lo que realmente pensamos.
Esta reflexión que me dado cuenta que poco a poco el hecho de introducir en la vida de mis estudiantes pequeñas decisiones y hábitos como la de tener consciencia de lo que hacemos, hace que seamos más receptivos, más adaptables y mucho más dinámicos.
Así que nos olvidéis de moveros, pero moveros de forma consciente, de forma útil y con una técnica perfecta.
Si quieres saber más o te apetece aprender más sobre cómo moverte mejor, puedes apuntarte en nuestros cursos y entrenamientos personales.